No son lágrimas lo que ves
recorrer las comisuras de mi cara
es el sudor de mis ojos
y su esfuerzo de vivir sin mirarte
No es sangre lo que reverbera
detrás del atardecer en la ventana
son mis poros llorosos
y su nostalgia de tu piel reventándolos
No es aire lo que toma mi forma
y me salva del cuerpo sumergido
es vapor, promesa de lluvia
anfitrión etéreo y paciente.
Un día claro y relajado
cuando salgas a pasear
envuelta en aquel vestido
te diluviaré por sorpresa.
4 comentarios:
Lucía:
No soy poeta pero esto me salió pensando en tí durante el viaje.
Autocrítica:
Sin rima ni métrica, totalmente amateur.
En el segundo párrafo usé un gerundio: ¡sacrilegio!
Pero bueno, me sigue gustando y te lo tenía que decir.
Uy, un poco atemorizador, como del génesis o del apocalipsis. Gracias pues, al final no hay ternura sin dureza, ni rudeza sin algo de ternura. También te pienso hasta querer que seas una sustancia no volátil, a veces más como roca que como vapor. Muá.
Lucía cascabelera
órale, me late cómo escribes!
pablito, no manches, la última estrofa está poca madre. es poderosísima.
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