En 1963, el padre Francisco Miracle llegó a un pueblito de la Sierra Gorda llamado Tilaco con la intención de hacer una carretera desde Querétaro que conectara los pueblos de la zona.
Se dirigió a la capital para pedir apoyo al gobierno, después de todo era un asunto que le concernía. Y fiel, pero priísta a final de cuentas, el gobierno después de muchos trámites burocráticos, le prestó al padre un camión de volteo. Uno. Por un mes. Para construir una carretera.
“Está bien”, dijo Miracle y se lo llevó muy contento. Lo estacionó donde la carretera colindaba con la Sierra Gorda, y anduvo el resto del camino. De regreso en Tilaco, mandó llamar a todos los hombres aptos y se los llevó de vuelta al camión.
Pieza a pieza, los hombres desmantelaron el camión, lo cargaron a cuestas, y lo volvieron a armar en Tilaco. Desde ahí comenzó la construcción de la carretera.
Pasadito el mes, llegaron al pueblo oficiales del gobierno reclamando el camión. Obviamente la carretera no estaba ni a medio terminar. El padre Miracle les dijo: “Está bien. Llévenselo.” Los hombres se miraron mutuamente, vieron el camión, vieron el no-camino, y se fueron a pie.
El camión de volteo se quedó en la Sierra Gorda. La carretera se terminó años después y hasta ahora, junto a la escultura de Miracle, en Tilaco, descansa el protagonista de esta historia que me gusta mucho y que se la cuento al que se deje.
Se dirigió a la capital para pedir apoyo al gobierno, después de todo era un asunto que le concernía. Y fiel, pero priísta a final de cuentas, el gobierno después de muchos trámites burocráticos, le prestó al padre un camión de volteo. Uno. Por un mes. Para construir una carretera.
“Está bien”, dijo Miracle y se lo llevó muy contento. Lo estacionó donde la carretera colindaba con la Sierra Gorda, y anduvo el resto del camino. De regreso en Tilaco, mandó llamar a todos los hombres aptos y se los llevó de vuelta al camión.
Pieza a pieza, los hombres desmantelaron el camión, lo cargaron a cuestas, y lo volvieron a armar en Tilaco. Desde ahí comenzó la construcción de la carretera.
Pasadito el mes, llegaron al pueblo oficiales del gobierno reclamando el camión. Obviamente la carretera no estaba ni a medio terminar. El padre Miracle les dijo: “Está bien. Llévenselo.” Los hombres se miraron mutuamente, vieron el camión, vieron el no-camino, y se fueron a pie.
El camión de volteo se quedó en la Sierra Gorda. La carretera se terminó años después y hasta ahora, junto a la escultura de Miracle, en Tilaco, descansa el protagonista de esta historia que me gusta mucho y que se la cuento al que se deje.
1 comentario:
Vaya!, yo estuve ahí y visité muchas misiones franciscanas. Me llevé una gran sorpresa al encontrarme con esto. Gracias.
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