lunes, mayo 07, 2007

En lo que Gina Halliwell se repone de la actitud injusta e infantil de ser despojada de su página, me tomo la libertad de postear un cuentito que estaba en mi antigua sección.



CHAPULTEPEC



Pinches gringos. No me queda de otra. ¡Ay mamá! ¿Por qué no convenciste a papá de no mandarme al Colegio? Tan bien que nos la pasábamos en Tepic. Y justo ahora. Pinches gringos. Justo ahora que ya empezaba a tener amigos. El día del Armisticio nos fuimos de pinta al Lago y Pancho y Agustín invitaron a sus novias. Y quedaron que hoy me iban a presentar a una prima. Pero aquí estoy. Pinches gringos. Pinches culeros. Con sus culeros cañones y sus culeras metralletas pedorras. ¡Era mi primera jeta en dos días, y me despertaron, cabrones! Pero no importa, maté como a quince. Tendrán sus metralletas pero qué pendejos son. ¡Ay mamá! ¿Por qué me mandaste acá? Quiero estar contigo y con papá y con abuelito. Quiero quitarme el uniforme y sentir el calor y quiero ir al río y cortarte flores blancas grandotas. Quiero ir al Lago con mis amigos y fumar. Quiero ir al panteón y sacar la pierna del General para vendérsela a los gabachos. Quiero verte por última vez, te quiero abrazar. Pero no. Pinches gringos montoneros. Íbamos bien, Agustín y yo, resistiendo. Pero ellos eran más. Corrí por la bandera para esconderla, pero un güero hijo de puta me empujó. Yo también, de pendejo por no agarrarme. Voy a pasar a la historia como un pendejo. Pero eso no importa, yo quiero verte mamá. Mama... Mamá... Mamacita... ¡Pinches gringos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow, que bien relato, cumple con la fuerza de la palabra, el impacto de repique en cada palabra, excelente texto!