martes, noviembre 14, 2006

OBRADESQUITE

PERSONAJES

SOFIA
CARMEN
EDER
Todos treintones

(Sala de una casa. Tocan la puerta. Entra SOFIA)

SOFIA: Ya voy, ya voy.
(Antes de abrir, se rasca la entrepierna. Abre la puerta. Es CARMEN, de aspecto pálido y enfermizo)

CARMEN: Hola

SOFIA: Ah…Hola

CARMEN: Hablé con Eder hace unos días. Habíamos quedado que hoy venía a recoger mis –

SOFIA: Eder no está. Salió.

CARMEN: Ah…bueno, entonces, yo…regreso…

SOFIA: ¿Para que vengas a molestar otra vez? No, de una vez llévate tus cosas, que nuestra casa no es bodega.

CARMEN: Está bien. ¿Dónde --?

SOFIA: Ahí.

CARMEN: Ah, sí. Si no te molesta, me gustaría revisar que todo estuviera en la caja. Digo, para no importunarlos otra vez.

SOFIA: Como quieras, pero rápido por favor.
(SOFIA prende la tele y CARMEN comienza a revisar sus cosas. SOFIA cuida que CARMEN no la vea y se rasca la entrepierna. Nota algo y apaga la tele.)

SOFIA: Oye oye oye. Ese es mi espejo. Dámelo.

CARMEN: No…yo creo que te estás confundiendo…perdóname Sofía pero este espejo lo tenía desde antes de andar con Eder.

SOFIA: Sí te perdono Carmen, pero es mi espejo. ¿Sabes dónde me lo compró? En Chapultepec. Seguramente fue de las tantas veces en las que te decía que estaba con un cliente. Y te la tragabas todita, todita. O quién sabe, tú también pasabas mucho tiempo con el doctorcito.

CARMEN: (Suspira) Está bien, ten el espejo. Y mejor revisa tú, por si hay algo más tuyo. Necesito solamente una cosa, la encuentro y me voy de aquí.

SOFIA: ¿Qué cosa?

EDER: (Entra corriendo) ¡SOFIA! ¡SOFIA! ¡Se me olvidó decirte que…!

CARMEN: No importa, Eder. Ya llegué.

EDER: Este…sí…este…bueno… ¿ya se conocen? SOFIA, CARMEN, CARMEN, SOFIA.

SOFIA: Mi amor, los tres íbamos juntos en la prepa, ¿no te acuerdas, bomboncito?

EDER: Ah, sí, de veras. Qué memoria la mía. Perdón, CARMEN, estaba a la mitad de mi rutina de pesas cuando me acordé que venías. Y como me vine corriendo, también trabajé pantorrilla. Mira nomás, mira nomás.

CARMEN: Eh…no, gracias.

SOFIA: Ay, papacito. Cada día estás más bueno ven para acá.
(Comienzan a besarse y tocarse)

CARMEN: Ejem…

EDER: Perdón, perdón.

SOFIA: ¿Qué? Si no estamos haciendo nada malo. Además, tú ya te ibas, ¿no?

EDER: SOFIA, por favor…

SOFIA: Ay, como siempre, ya te vas a poner de su lado. Voy a la cocina, a terminar de cocinar nuestra comida de aniversario. Solos tú y yo…y nadie más.
(Sale SOFIA, rascándose la entrepierna)

EDER: CARMEN, discúlpame por…

CARMEN: No te estoy diciendo nada Eder. Sólo vine por mis cosas para que continuemos cada quien con nuestras vidas.

EDER: Ay, ya vas a empezar con tus discursitos de “yo soy la madura”, “tomo todo con sabiduría” “ay ay”.

CARMEN: Mira Eder. No te contesto porque sólo quiero que esto termine bien. Sé que todos cometemos errores. Nosotros fuimos nuestros errores, y aquí estoy para terminar con ellos.

EDER: CARMEN ¿qué te pasó? Eras tan divertida. Y de repente cambiaste. Tanto que…bueno, ya ves lo que pasó. No es culpa de nadie, simplemente se dieron las circunstancias.

CARMEN: Ajá.

EDER: Yo nunca supe qué pasaba entre tú y ese doctor.

CARMEN: Bueno déjame seguir revisando para ya irme, ¿no?

EDER: Aysh contigo no se puede.
(Sale Eder rascándose la entrepierna. Entra SOFIA rascándose la entrepierna)

SOFIA: CARMEN, nada más te digo una cosa. No le muevas, “amiguita”. Siempre quisiste ser la mejor de las dos. La que tenía la letra más bonita, la que sí sacaba diez…con la que todos querían…Pero ¿sabes qué? Ya se te acabó la magia. Porque aquí, conmigo, está el amor de tu vida.

CARMEN: (Riéndose) El amor…

SOFIA: ¿Qué es esto? (Le arrebata un papel de las manos) ¿Es lo que querías?

CARMEN: (Nerviosa) No…SOFIA, dámelo por favor. ¡SOFIA!

SOFIA: Ah, es una carta…De ti para mi Eder…Mmm…es mejor que él venga para leerla todos juntos.

(CARMEN comienza a perseguir a SOFIA, quien logra escabullirse siempre)

CARMEN: ¡SOFIA, ya!

SOFIA: ¡Eder! ¡Corazón, ¿puedes venir un momento por favor?!
(Entra Eder)

EDER: ¿Qué pasó?

SOFIA: “Querido Eder, sé que he estado un poco rara contigo pero te juro que todo tiene una explicación. Sé también que estás viendo a otra, y te perdono.”

EDER: ¿Qué es eso? Nunca me lo diste.

SOFIA: “Eres libre de hacer lo que quieras. Y como te perdono espero que tú me perdones a mí.”

CARMEN: SOFIA, te lo ruego.

SOFIA: “Eres una persona muy importante para mí, y nunca te olvidaré.” Aaay qué tierna.
EDER: ¿Qué tiene de malo la carta, CARMEN? ¿Por qué no me la querías enseñar? ¿No te has olvidado de mí?

CARMEN: Si así fuera, ¿importaría?

EDER: (Duda) La verdad, sí. Yo, la verdad, tampoco…

SOFIA: ¡Perra desgraciada!
(Le pega a CARMEN, ella cae)

EDER: SOFIA, ya basta.

SOFIA: Pues se te fue el tren CARMEN. Porque ahora Eder y yo estamos casados. Y tenemos una casa. Y ¿sabes qué? Te me vas de aquí.

(CARMEN se levanta y se soba)

CARMEN: Está bien. Pero lo que no quería que leyeras, SOFIA, no era la carta. Era lo que está del otro lado.
(CARMEN se va. Eder toma la carta y la voltea)

EDER: “Una inyección de penicilina por semana durante tres semanas…”

SOFIA: ¿Eso qué?
(Sin notarlo ambos han estado rascándose la entrepierna.)

EDER: “Ten mucho cuidado SOFIA, porque El riesgo de adquirir el VIH aumenta de 2 a 5 veces cuando existe sífilis. Cuídate”
(Se miran mutuamente. Con sorpresa, miran su entrepierna mientras cae el

TELÓN )

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