jueves, julio 13, 2006

La fe del Pescador


Cuentan los muy enterados, que más allá del horizonte existe una playa lóbrega en la que una especie de demonio se te aparece. Relatan los que saben, que puedes llegar solamente en esta barca pequeña, donde sólo quepa tu ser. Dicen los viajeros que debes remar siempre al oriente, hasta que la playa te escoge. Ahí, en la orilla solitaria y en medio de la noche, refieren los conocedores, cuando estás recogiendo la red, asiste a tu compañía una presencia que intimida. A partir de aquí sólo serán suposiciones, pero todas dicen que es un señor, de engañosa prestancia, que emana una cierta sensación de paz sospechosa. Te mira a los ojos y sin que menciones nada, dice tu nombre, esbozando una sonrisa aterradora. No se sabe cómo, pero te obliga a dejar tu barca, y a caminar junto de él, mar adentro, hasta los inframundos. Y no se vuelve a saber de ti más que por lo que relatan los hombres. Yo no sé por qué, pero tengo unos deseos espasmódicos de ir y conocerlo. Quizás él nos pueda ayudar, por fin, a mejorar la pesca.