martes, febrero 24, 2009

Tragedia 3

Era un poeta paupérrimo de dinero pero muy generoso con la retórica y el romance. Como no tenía dinero para comprar obsequios a sus enamoradas, comenzó a regalarles la luna, las estrellas, la primavera, la brisa del alba.

Regalaba tan hermosamente los cuerpos celestes y las abstracciones de la naturaleza, que alcanzó cierta fama. Y comenzó a ganar dinero por sus regalos, que automáticamente dejaban de serlo y pasaban a ser mercancía (ver Marx, 1867). Y con el dinero que juntó, efectivamente se compró la luna y las estrellas y los rumores de los ríos en las tardes de agosto.

Y ya no necesitó escribir más poemas: les rentaba sus posesiones a los demás poetas, quienes si no tenían dinero, ofrecían unos cuantos versos.

Desde entonces los poetas se han querido librar de aquel poeta arrendatario, pero la mayoría de ellos quedan en versarrota, debiendo pagar sus cuotas trabajando como analistas de sistemas o cajeros de súper.

lunes, febrero 23, 2009

El Otro

La semana pasada le conté mi primer sueño a mi psicóloga. He ido a terapia desde hace más de medio año pero justo apenas se me ocurrió contarle un sueño. Ella no presiona mucho pero le brillaron los ojos cuando comencé a contárselo.

No contaré aquí mis sueños –no soy tan desprendido- pero sí uno de los significados. En resumen, tengo miedo del Otro. Miedo de la certeza de que casi siempre me pongo a sus pies, llámese “otro” a cualquier persona o entidad con la que tenga contacto. Y que obviamente al hacer eso yo, el Otro toma provecho.

El viernes se cerró la convocatoria al mismo concurso que perdí hace un año. No entré de nuevo porque sé que puedo mejorar y no me refiero a que cambiaría una parte de mí para complacer al Otro –cosa que, ejem, sí hago-, sino al sentido general de la refinación.

Como el cambio de look de principios de año, quiero saber que puedo transformar algo mío por el simple hecho de que puedo, de que tengo esa capacidad.

Las tres personas que leen regularmente este blog y que leyeron completa la primera versión de las aventuras de Ana estarán de acuerdo con que le hacen falta muchas correcciones, y aplaudo la imaginación de Mario para escribir una novela más, pero yo necesito hacer esto sin prisas y sin esperar (literalmente) un premio a cambio. Y no sé cómo cerrar este post más que deseándonos suerte a Mario y a mí, en nuestros propios caminos.

martes, febrero 17, 2009

jueves, febrero 12, 2009

Travesías


Me estrené como administrador de la página de Travesías. Vayan, los reto a encontrar un error. Aprovechen la visita para leer este excelentemente redactado artículo.

lunes, febrero 09, 2009

Yo soy Federer


"¿Viste lo que le pasó a Federer, Pablo?"


"¿El tenista? ¿Que lloró?"


"Sí, sí. Lo que le pasó es que quiso demostrar que era el número uno. Y cuando quieres demostrar algo, dejas de hacerlo.


"Así que Federer salió, hizo todo un esfuerzo por querer demostrar que era el número uno. En cambio Nadal salió a jugar, salió a querer ganarle. Y lo hizo pedazos.


"Eso mismo te pasó a ti (...) y mientras más rápido aprendas esto, más alegre y traquila será tu vida. En el momento en el que dejas de hacer algo para demostrar que eres el chingón de chingones, estás automáticamente en desventaja."
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Mi psicóloga no tarda en comenzar a flotar, any moment now...

lunes, febrero 02, 2009

Fragmentos de “La jirafa que quería ser bulímica”



“…sus amigas eran unas hienas. Se reían de ella como guacamayas y hablaban detrás suyo como víboras. Decían que estaba gorda. Ella, una jirafa. Gorda.”


“…le decían que así no conseguiría novio en el Baile del Pantano. Que ellas siempre conseguían. ‘Pues claro’, les contestaba su única amiga, la cebra. ‘ustedes, bola de zorras, se la pasan de lagartonas, y ellos, más bueyes que perros, siempre caen.’ Y ellas se callaban y se iban con la cola entre las patas.”


“…Aún así, dejó de comer. Cebra se enojó con ella. ‘Es que tú no entiendes Cebra, tú tienes un cuerpazo.’ Y Cebra se reía: ‘son las rayas, amiga. Disimulan un montón.’ Primero quitó las frutas de su dieta y sólo comió ramas y hojas. Pocas semanas antes del Baile del Pantano, con consejos rumiantes de una ñu, intentó volver el estómago. Pero el bolo verde no alcanzaba a llegar a la boca y se quedaba esparcido a lo largo del cuello...”