domingo, enero 25, 2009
sábado, enero 17, 2009
Era una niña miope con pestañas tan grandes que tenía que ponerse los lentes en la punta de su nariz
martes, enero 13, 2009
Desde afuera
Así que éste no es un espacio más sobre ellos, sino sobre mí. Mi problema es algo similar a lo contrario. En terapia he comprobado que no estoy, y nunca he estado, inserto en la dinámica de la sociedad. Generalmente me escondo en un espacio reducido –llámese encerrarme en mi casa, o simplemente quedarme callado como tumba hueca. Y no participo en lo que a muchos podrá parecer normal –fiestas, amistades, conversaciones.
No quiero decir que soy un iluminado, ni nada que se le acerque. Sólo quiero mencionar que entrar a ese juego del mundo moderno sin perderse de vista lo que uno es en verdad, también tiene su chiste. Y que mi misión, mi montaña, no es alejarme a vivir en el bosque, sino simplemente aprender a jugar las reglas del mundo en el que vivo. No sé precisamente cómo, pero al menos ya sé que no será con los brazos cruzados.
“Estar en el mundo sin ser del mundo”, dicen los sufis. No sé muy bien a qué se refieran, pero creo que al menos lo que me pasa no me ha ocurrido sólo a mí.
miércoles, enero 07, 2009
Nuevo Look
martes, enero 06, 2009
Sin ti
Dí un amor civilizado, con recibos y escena del sofá; los dos viajamos al pasado y volvimos del mercado con ganas de llorar. Permití vecinas con pucheros, tampoco sembré ni compartí; casi nunca tuvimos un catorce de febrero tranquilo, ni cumpleaños feliz. Cargué las maletas, dejé que eligieras el champú y que nos mudarámos de planeta y cortarte la coleta. Tuvimos decenas de domingos por la tarde, juntamos para mañana, tuvimos discusiones feas con relación a llegar a fin de mes; me comía la manzana dos o más veces por semana sin ganas de comer. Creamos un calor de invernadero y además de besarnos las cicatrices, nos hicimos otras, y tuvimos México y Oaxaca eIxhuatán y Morelia y Acapulco y Vallarta y Tlalpujahua y Colima con aguaceritos que hacen ahora un Coyoacán sin ti.
Y lo que más duele, lo que todavía no me deja dormir, es que no supe demostrarte que sí, que lo tenías. Que moría por ti.