jueves, octubre 09, 2008

Sobre la reencarnación y el calentamiento global

Inicio con la idea, tan vieja como el hombre, de que el alma de uno viene de una muerte anterior y es parte al mismo tiempo de una vida siguiente, hasta alcanzar un elevado nivel de conciencia.

Continúo con la historia de la humanidad. Primero una pareja, después unos cuantos, más y más y ahora somos más de seis mil millones.

Me detengo y me pongo a pensar: ¿siempre hemos sido seis mil millones de almas? Bueno, aparte de los iluminados, que seguramente son como 17. ¿De dónde salen seis mil millones de almas recicladas?

Me respondo: del reino animal. Tú fuiste un tigre, ella un dinosaurio, yo un grillo.

Enseguida reafirmo lo anterior si le añado una variable: el calentamiento global. Mientras la tecnología humana avanza, decenas de especies se extinguen. Así la balanza de almas se mantiene: más humanos, menos animales para reencarnar en ellos.

Ya que me expliqué el pasado, me asomo al futuro: seremos más, no hay duda de eso. Y habrá menos animales y nuestras almas quedarán encerradas en el umbral de la muerte, hasta que deban tomar una decisión: o 1) se dividen, cosa teológicamente imposible, o 2) se van a las bacterias y virus para matar a media humanidad, que reencarnará a su vez en quién sabe qué, o 3) voltearán sus ojos (¿tienen ojos?) por primera vez al producto del hombre: la máquina.

Las cosas inanimadas serán anfitrionas de almas a medio camino de la evolución del espíritu. ¿Se moverán? ¿tendrán consciencia? ¿cómo actuarán frente a los humanos sobrevivientes?

Y entonces, después de no ser capaz de responderme estas últimas preguntas, evito matar esa molesta mosca, reciclo mi basura, soy amable con la vecina.