martes, mayo 20, 2008

23 (primera parte)



Escribirle un poema a una poeta
plantea de entrada muchas metáforas:
es como
atarle un moño al gato(por aquello de la elegancia);
como regalarle silbatos a los pájaros mañaneros
o como ponerle un punto más a los tres que van después del etcétera
pero lo voy a hacer
porque un regalo de aniversario (ups, un mes después)
exime de errores y hasta de vergüenzas.
En un año mis cinco sentidos
se agudizaron hasta hacerme al mismo tiempo
ciego sordo manco sin boca ni nariz
porque con cada sentido que pierdo
el otro se envalentona con tu presencia:
en las mañanas el sol lastima mis ojos
pero puedo oler la piel y el desayuno.
Cuando salgo a la calle el smog se roba mi nariz
y entonces te escucho fuerte y claro
con tu voz de finas cuerdas me repites que me quieres
El ruido de la oficina me distrae
pero te veo en cada parpadeo
y te acompaño en tu rutina diaria
Después de la comida la nostalgia de ti me quita el gusto
pero si intento el ejercicio
de acariciar el aire, de recortarle la forma de tu cintura-batidora
saboreo el resto de la tarde
Y por la noche el cansancio secuestra mi tacto y lo pierdo contigo
y no me reconozco. Sólo tu sabor a melón y chispas de café me regresa al mundo.
A nuestro mundo.
De dos habitantes y dos corazones.
El más apacible de la galaxia ciento once, que emana amor veinte cuadras a la redonda.