martes, octubre 23, 2007



Pues con la novedad ni tan nueva de que volví a perder una convocatoria. Por un momento no pensé en no mencionar cuál, no porque me siento menor a quien haya ganado, sino por la informailidad de su organización, que raya en la sospecha. Pero al final sentí que no es para tanto. Esta es.

Y como ya perdí, pues les comparto. A ver qué opinan.


La respuesta está en el centro
Lic. humo

Como la espiral de un caracol. Siéntela, percibe con las yemas de tus dedos cómo se regresa al origen, al punto mínimo. Tócalo, ésa es tu respuesta. Supera tu asco, tantea la verdad. Siente lo baboso. Este bicho puede que sea la metáfora más humilde de la vida: es baboso y lento. Lo suficientemente baboso para cometer mil errores, y lo suficientemente lento para no volverlos a cometer. Siente la respuesta, está en el centro.

Fotografía # 48
Se observa la escena del crimen. Se ve a un hombre tirado sobre la acera, con los ojos desorbitados y la mirada perdida. Clara estrangulación. Detrás de él, en el pavimento, se distingue lo que procede hacer para los peritos: el contorno del cuerpo. Pero silueta y volumen esta vez no corresponden. Se aprecia con claridad que la figura detrás del cadáver es una espiral.

Dejaba que el humo adormeciera su garganta antes de dejarlo ir por sus fosas nasales. Le fascinaba oler el alquitrán, desde pequeño. Tenía tanta práctica que podía hacer con el humo figuras fantásticas. La soledad de su habitación pronto se vio invadida por el fulgor de la luna y las sombras del tabaco. Sintió que podría estar así toda la noche, fumar un poco más y llenarse de amigos cambiantes, bailarines, elegantes.

La lengua del camaleón se asoma desde su boca con engañosa timidez. Se desenrolla de golpe y adhiere a la víctima. La espiral de su lengua vuelve a sus entrañas, y sólo queda visible su hermana espiral, la cola. El camaleón saborea su presa. Negro, amargo moscardón de dulce zumbido.

Escucha el programa de televisión y lo confunde con la realidad. Las ondas de sonido se propagan en círculos concéntricos y llegan a su oreja, a su caracol, a su trompa de Eustaquio, y se transforman en sinapsis y en sueños. De repente, se despierta, aturdido. Después de reconocer su espacio, se despabila, enciende otro cigarrillo, toma de nueva cuenta el lápiz y comienza a escribir:

La verdad estoy confundido. No encuentro ninguna relación. Ni siquiera lo que me dijo mi maestro. Es mitad de la noche, estoy cansado y he fumado mucho. Sueño con animales. Creo que mi novela no va a ningún lado, o que la he llevado demasiado lejos. No sé de dónde robé el lote de fotos sobre crímenes sin resolver. ¿quién es ese obsesionado con la figura de la espiral? Es un buen personaje, pero me daría miedo encontrármelo en la calle. Quizás haga falta volver al principio, al punto mínimo. ¿Quién será el asesino?