jueves, octubre 04, 2007

Octubre


El martes pasado me dieron ganas de dejar mi trabajo con tal de quedarme a ver pasar la tarde. Los verdes brillaban más y el viento se paseaba entre ellos con especial alegría. Los rayos del sol abrazaban a todo aquél que se dejaba. Y lo mejor de todo es que ya no eran esos rayos potentes y sudorosos de hace algunas semanas, sino querendones, dulces y tibios. Se fue el abraso y llegó el abrazo.

En esta ciudad los que nacieron o hemos vivido en provincia, compartimos la experiencia de vivir en ella de una manera distinta a la de los capitalinos-chilangos-defeños-etcéteros. Las comparaciones, buenas y malas, no se pueden evitar, menos aún alguna añoranza de cierto momento de quietud, de cierto lugar sin smog.

Compartimos, también, una sensación. Se da pocas veces, las que días como el martes pasado y lugares como el parque México permiten. Hay que poner atención, percibir la sensación de bienestar, apelar a aquella vida de provincia y concluir, con una sonrisa en el corazón: “Me siento como de visita. Me siento como si fueran vacaciones en la ciudad.”