Mi vida ha cambiado estos días.
Mi amada vive conmigo. La mudanza de sus cosas y la negociación de nuestros vicios han hecho de esta relación un torbellino, muy placentero eso sí.
Una de las primeras cosas que hicimos ya como arrejuntados es ver la caricatura que a ella le marcó la vida:
Katy la Oruga. Si entran a youtube y escuchan la canción principal,
Un día volaré, sabrán como yo porqué es tan entrañable.
Es una lección de vida que nos da una criatura mínima pero con aspiraciones enormes: saber quién es. Para eso abandona todo y emprende un viaje iniciático. Al final, por supuesto, vuela.
Mi parte favorita es cuando se le presenta la oportunidad de poseer. Un botón. Antes se las había arreglado para existir sin poseer nada, pero la sola posesión del botón le produce una serie de fatigosos problemas que mejor le desea suerte y lo deja ir.
"Es budista", dice mi amada. Yo no sé mucho del tema, pero sé que ella sí, y confío en ella hasta la ensoñación. Katy: gracias por enseñar a volar a mi novia.