martes, junio 13, 2006

MONÓLOGO SIN MANZANAS

Los traigo pero fintitos…Mira nomás cómo están quietos, quietos. Bueno, dizque. Como si no supieran que no sé que se la pasan copiando, como si se burlaran de mí, ¡por favor! Que se copien lo que quieran, hasta la etiqueta de sus calzones cagados apestosos. Total, mañana me voy, me regreso a Pinotepa y estos que se queden a seguirse copiando toda su ricachona vida. Lo único bueno de trabajar en lugares tan acá como este es el café que sirven, ¡Ah, qué rico! ¡Pinche Ramírez! ahí va, como siempre, a copiarle al pendejo de Mendoza. Si le va a copiar, que le copie a García. Ese Ramírez…¿cómo es que se llama? A ver…Pérez…Quintero…¡Ah, sí!: Daniel. Siempre de copión, siempre reprobando, siempre respondón. Deberías aprender a García, Ramírez. Se aprende de volada las fórmulas de los alcoholes y se queda siempre en el laboratorio a ayudar. Y encima está bien chulo. Deberías aprender, pinche Ramírez. Por escuincles como tú es que se largan los maestros de este internado. Sí, te estoy hablando a ti aunque te hagas el aplicadito. Ay sí, ay sí: hago como contesto el examen y mi lápiz ni siquiera tiene punta. Pendejo... Tres y media. Carajo, falta media hora y casi nadie ha pasado de la página tres. Ni siquiera García. ¿Qué lo habré hecho muy difícil que ni copiando acaban? Bueno, a mí qué me importa, ya no voy a volver a ver ni oír ni a oler a estos demonios. Pero no olían tan mal. En especial Ramírez. Lástima que sea tan pinche majadero. ¡Ah, cómo se me puso al brinco la vez del gimnasio! Con sus grititos de puta por poco despierta al padre. O más bien, por poco lo distrae de sus propias movidas. Lo bueno es que ya me voy ora sí a probar mujer, hace tanto que quiero una. A la salud de las pinches viejas. Ah, qué rico café. Bueno pero ¿por qué nadie acaba, chingada madre?
¿Qué me ven?
¿Por qué se levantan?
¡No puedo hablar!
¡Mi panza!
¡García, hijo de tu puta ma-