jueves, julio 13, 2006

La fe del Pescador


Cuentan los muy enterados, que más allá del horizonte existe una playa lóbrega en la que una especie de demonio se te aparece. Relatan los que saben, que puedes llegar solamente en esta barca pequeña, donde sólo quepa tu ser. Dicen los viajeros que debes remar siempre al oriente, hasta que la playa te escoge. Ahí, en la orilla solitaria y en medio de la noche, refieren los conocedores, cuando estás recogiendo la red, asiste a tu compañía una presencia que intimida. A partir de aquí sólo serán suposiciones, pero todas dicen que es un señor, de engañosa prestancia, que emana una cierta sensación de paz sospechosa. Te mira a los ojos y sin que menciones nada, dice tu nombre, esbozando una sonrisa aterradora. No se sabe cómo, pero te obliga a dejar tu barca, y a caminar junto de él, mar adentro, hasta los inframundos. Y no se vuelve a saber de ti más que por lo que relatan los hombres. Yo no sé por qué, pero tengo unos deseos espasmódicos de ir y conocerlo. Quizás él nos pueda ayudar, por fin, a mejorar la pesca.

sábado, julio 01, 2006

DIÁLOGO SIN MIEL


- ¡Atención, querido pueblo! He dispuesto mandarlos llamar a todos ustedes porque-

- Este…Si me disculpa, Su Majestad, un momentito nada más…

- ¡¿Quién se atreve a interrumpir la solemnidad de un discurso oficial de la Soberana Suprema?!

- Ofrezco humildemente mi eterno arrepentimiento, Su Alteza, pero es que siento que es mi deber comentarle algo debe terminar ahora mismo…

- ¡Guardias! ¡Capturen a este irrespetuoso! ¡Su destino es la hoguera!

- Precisamente de eso le quiero hablar, oh gran Patrona. De que yo soy el último guardia que le queda.

- ¿Qué?

- De hecho…soy también el último súbdito bajo su mando… ¿Qué no se da cuenta que esto esta vacío?

- ¡Callad! Encima de insolente, ¡blasfemo!

- Con todo respeto, señora, yo sólo trato de ayudar. Es mi deber protegerla y escoltarla hasta un lugar más seguro, o mejor dicho, más poblado. Y no ayuda a mi empresa que usted se la pase insultándome.

- Cuidado con ese tonito, porque yo te hablo como se me dé la gana. Y otra cosa: yo de aquí no me muevo. Ya vendrá otro pueblo a adorarme. Por lo pronto, retírate, estoy hastiada de tu presencia.

- No me tientes. Ya no tienes fuerzas sobre mi, no sobre ninguno más de nosotros. Sólo nos querías para tener a tus hijos, ¡maldita egoísta! Enamorándonos a todos con tu belleza injusta, con ese aroma dulce que nos hipnotiza.

- Aysh, me aburres, vete ya.

- Sí, ya me voy. Todos se han ido con tu sobrina, más joven y más fuerte. Yo quise quedarme para intentar convencerte de luchar por tu pueblo, por tus hijos. Pero veo que es inútil. Iremos lejos, a hacer otro panal.

- Sí, váyanse. No los necesito. Tengo toda esta miel que dejaron botada. Pueblo ingrato. Una los cría y ellos se creen con derechos. ¡Vete, total, te vas a morir mañana y yo veré morir a tus nietos y seguiré comiéndome esta miel! De veras que con la chusma una no puede, caray.